“En el libro que estoy leyendo en estos días, por cierto,
encontré una forma perfecta para llamar a las
tierras que andamos repartiendo: costras de sol.”
— EMILIANO MONGE (NO CONTAR TODO, LITERATURA RANDOM HOUSE, MÉXICO, 2018)
La información estadística se ha materializado gráficamente a través de la cartografía. El mapa contemporáneo cuenta la historia en tiempo real, en línea, mediante objetos tecnológicos que semejan nuestro habitat dentro de un mundo virtual pero vinculado a georeferencias en el territorio. Los mapas de uso diario como Google Earth, o Google Maps, los dispositivos de localización y movilidad como Waze, Tinder o Amazon, permiten trazar y registrar cualquier cosa: tránsitos, movimientos, eventos y dinámicas cotidianas en tiempo real; pero también permiten a cualquier individuo afectarlo, transformarlo, intervenir en él haciendo una compra o estableciendo una cita sexual.
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La cartografía digital es un dispositivo en el que hay una especie de simbiosis entre el mapa y el territorio, constituye una fantasía que atraviesa algunos dispositivos locales o particulares, para constituir uno global, un marco de referencia, o de georeferencia, que habilita la cotidianidad, que permite las líneas de visibilidad en una computadora en tiempo real, todos somos susceptibles de ver y ser vistos, es una especie de panóptico desenfrenado y multidireccionado. En el contexto digital de la cartografía/territorio, los regímenes de enunciación se multiplican, se bifurcan, se repiten distintos, se articulan heterogéneos y se localizan en infinitas cartografías que dan cuenta de verdades que se sobreponen y se contraponen, que se mezclan, se lavan, se adelgazan o fortalecen sin sobresaltos. Lo que se robustece es la fuerza de las tensiones que conforma rutas, comportamientos y hábitos en los individuos. Parece que hemos quedado atrapados en un gran mapa digital/territorio que todo lo coloca a la vista y determina lo cotidiano de manera abrumadora.
En los últimos años he realizado una cartografía de México cuyo origen son los mapas digitales detallados de las ciudades y la infraestructura del país, mientras que su objeto es la discusión entre dos aspectos fundamentales de la época: por un lado he localizado la dinámica productiva formal a través del territorio, por otro el emplazamiento de la violencia. Sobre esta información he colocado capas cartográficas de la migración centroamericana a Estados Unidos. Para compartir mejor el ejercicio hago una breve descripción de cada parte.
El punto de partida fue la recolección de capas cartográficas de acceso público, en particular sobre la infraestructura del país, que está clasificada por importancia en relación al flujo de mercancías en la región de Norte América y que vincula las redes carreteras y portuarias de México con las de otros países con la finalidad de consolidar rutas de transporte que habilitan internacionalmente la producción industrial atomizada. También integré capas con la traza urbana de las ciudades, así como algunos datos demográficos del INEGI, orientados a distinguir aspectos relacionados con la migración.
Posteriormente integré el registro cartográfico referente a la producción formal en el territorio, el cual muestra una concentración del control del capital en algunas ciudades, principalmente en la ciudad de México, pero también una atomización de los procesos productivos a través del territorio. En el mapa es posible apreciar las concesiones mineras y de hidrocarburos de la última década, los parques industriales, así como el emplazamiento de la producción financiera representada por conjuntos de vivienda social en las periferias. El resultado es una constelación de territorios de explotación que parecen inconexos entre sí, salvo por algunas carreteras que poco a poco los integran a la red de autopistas que vinculan el golfo con el pacífico y la ciudad de México con Estados Unidos, y que sirven para hacer eficiente el flujo de mercancías dentro del mercado global. En particular los nuevos parques industriales se han localizado junto a las redes carreteras principales con la finalidad de integrarse al menor costo a la cadena productiva. El caso de las empresas de automóviles como Toyota y General Motors en Guanajuato, justo donde cruzan corredores que vinculan al golfo con el pacífico y a la ciudad de México con el norte de país y con EEUU, es un ejemplo. Si bien muchas de las fuentes surgen de la Secretaría de Economía, como las áreas concesionadas para la minería y los hidrocarburos, la captura geográfica de parques industriales, conjuntos de vivienda, cada pozo de fracking o minas específicas lo he desarrollado y sistematizado en capas cartográficas y verificado con fotografía satelital.
En cuanto a la violencia, he recogido información relativa a los municipios donde se produce amapola y mariguana, las rutas del narcotráfico desde el sur del continente hacia México así como las principales rutas dentro del país, los estados y municipios controlados por diferentes organizaciones criminales, las rutas de la trata sexual de personas, prácticamente toda la información surge de fuentes periodísticas y académicas, también algunas fuentes estatales relacionadas a expedientes criminales por municipio, con la complejidad de que la información en este tema es heterogénea, contradictoria y sin definiciones precisas. Por ejemplo hay diferentes formas de tipificar el feminicidio, en algunas fuentes se explica como la consecuencia de un maltrato sistemático de género que termina en un asesinato, en otros se describe como cualquier mujer que murió en forma violenta; los conceptos en el tema de la violencia a veces no alcanzan para describir el problema y de antemano ponen en crisis la potencia del mapa. Además, he incorporado capas cartográficas realizadas por otras personas y organizaciones, relativas a los feminicidios, los municipios con fosas, así como índices de crimen organizado. Al fin y al cabo, los emplazamientos y las rutas de la violencia, terminan por articularse con la misma red de autopistas utilizadas por la dinámica productiva formal.
El cruce cartográfico entre la producción formal y la violencia muestra coincidencias enormes, por ejemplo el triángulo dorado, territorio definido entre las ciudades de Chihuahua, Culiacan y Durango, controlado históricamente por el cártel de Sinaloa, esta prácticamente cubierto de concesiones mineras, muchas de ellas adquiridas por empresas extranjeras. O bien las áreas donde se extraen hidrocarburos mediante el proceso conocido como fracking, muestran una coincidencia con el emplazamiento histórico de los Zetas en Tamaulipas. Así mismo, los municipios con fosas normalmente coinciden con zonas mineras y de hidrocarburos.
Existen datos que vinculan el crimen organizado con la producción minera y la explotación de pozos de hidrocarburos, sin embargo es imposible asegurar que son actividades sistemáticamente relacionadas. Lo que veo con el desarrollo de esta cartografía, es que la fabricación ideológica de grandes capos del narcotráfico y cárteles del crimen organizado son una representación simplista de un fenómeno mucho más complejo que, en mi opinión y como una conclusión preliminar del ejercicio, sistemáticamente habilita el flujo del capital mediante la producción y la extracción sin resistencias sociales y mantiene la violencia como protagonista de lo cotidiano.
Podríamos decir que el territorio de México, visto desde el cruce de los mapas productivos y de violencia, muestra un conjunto de tensiones entre discursos gubernamentales y hechos registrados, que devela un laberinto de vaguedades y contrariedades donde las potencias de una actividad se ponen en contrapeso con otras actividades, y asemejan una madeja de hilos, donde los objetos visibles, las enunciaciones formulables, forman líneas de representación autónomas y divergentes al territorio representado por el estado, pero también son líneas multidireccionales que funcionan para mostrar otros aspectos del territorio y su representación; por ejemplo: están documentadas resistencias sociales a los procesos extractivos, sin embargo ninguna de ellas ha ocupado un papel relevante dentro de la agenda mediática nacional, parece que la violencia inhibe a las resistencias sociales orientadas a la producción formal.
Sobre estos mapas he montado las rutas y los emplazamientos de la migración. He localizado en ellos rutas por nacionalidad, ciudades de origen, paso y destino, albergues y centros de atención, oficinas y establecimientos del Instituto Nacional de Migración (INM), así como el registro de los municipios más violentos para los migrantes. Donde las coincidencias vuelven a ser contundentes, por ejemplo en el sur del país y en la zona del istmo, donde se registran más hechos violentos y faltas a los derechos humanos de los migrantes, coincide con la mayor infraestructura y equipamiento del INM, así como los emplazamientos donde se lleva a cabo el Plan de la Fontera Sur (PFS); por si fuera poco, en estos municipios hay presencia de Maras y Zetas, así como otros grupos delincunciales que coinciden geográficamente con el INM y el establecimiento del PFS. Las tensiones entre el discurso gubernamental, el artículo 11 constitucional y los hechos, forman un escenario con rasgos esquizoides. Otras coincidencias se han registrado en zonas de concesiones de hidrocarburos, como la primera masacre de San Fernando en 2010, donde 72 migrantes fueron asesinados, presumiblemente por los Zetas.
El ejercicio ha permitido identificar un país de producción atomizada, donde el control del capital se concentra en las ciudades, pero se reproduce al desplegarse a través del territorio, el cuál está articulado en medio de descampados y espacios sin definición por sistemas carreteros clasificados y atendidos por su importancia estratégica, y sólo las carreteras principales ofrecen cierta seguridad entre un punto y otro. Las áreas de control y seguridad pública se localizan en algunas zonas urbanas de las ciudades importantes del país, así como en la red principal de carreteras, donde lo que aparentemente se protege, más que a la sociedad, es la circulación global de mercancías. En otras palabras, los espacios con menor índice de violencia y mayor presencia estatal, coinciden con el emplazamiento de las dinámicas del capital.
En general, el resto el país se desenvuelve entre los descampados y las tierras arrasadas por la explotación y la violencia, donde la estructura urbana y la articulación entre ciudad y ciudad, inhiben la posibilidad para que los individuos ejerzan sus derechos, demanden servicios y en general estén en contacto con el estado. Un ejemplo de esta circunstancia, fue la política impulsada por el ex gobernador de Puebla: Rafael Moreno Valle, quien desmanteló ministerios públicos de las poblaciones para concentrarlos sólo en las cabeceras municipales, con lo cual cientos de poblaciones y ciudades pequeñas se quedaron sin ministerio público, y el que existía para atender las demandas de la cabecera municipal, ahora debe atender a muchas poblaciones y ciudades del mismo municipio. El resultado es un debilitamiento de la articulación entre el ciudadano y el estado, pero también, es la perfecta oportunidad para que se formen cuadros de poder autónomos.
En este contexto, el cruce de migrantes centroamericanos es brutalmente peligroso. Aunque no todos corren los mismos riesgos, hay una gran heterogeneidad de migrantes, presupuestos de migración, grupos de “polleros”, rutas y esquemas de seguridad. Quien tiene mayor presupuesto normalmente cruza en forma rápida y eficiente desde la frontera sur hasta la del norte, en rutas conformadas en diferentes medios de transporte, desde autos privados y aviones comerciales, hasta autobuses foráneos y camiones de carga, pero los migrantes más visibles e identificables son los que tienen poco o nulo presupuesto para el viaje. En cualquier caso, los migrantes buscan la invisibilidad, con lo cuál tratan de evadir el paso por ciudades o espacios con mayor control estatal y prefieren moverse a través de los descampados, colocándose en espacios que los hace muy vulnerables, donde son susceptibles a ser detenidos fuera de un área de verificación institucional por agentes del INM, Policía Federal, Ejercito, ahora también la Guardia Nacional, pero también por grupos autónomos del crimen organizado o maras.
Cuando los migrantes son detenidos por personal del estado, en cualquier parte del país, la frontera se activa en sus cuerpos. Es decir, que en el lugar donde son detenidos, está la frontera. Esto nos permite pensar la frontera en forma diferente, normalmente la atribuimos a los límites nacionales, a una línea en el espacio, pero en mi opinión la frontera está atomizada y es dinámica, se mueve en cada cuerpo, se localiza en cualquier parte y se activa cuando hay contacto entre el personal del estado y el migrante, en un área que queda fuera de la verificación institucional, que es la mayor parte del país. El territorio está también atomizado entre descampados y espacios vacíos, justo los necesarios para que los migrantes sean invisibles.
El mapa contemporáneo dibuja la frontera como una línea, la documenta en tiempo real dentro de un dispositivo que coloca nuestros límites de entendimiento de la migración dentro de la determinación de los linderos nacionales, pero si vemos con cuidado, la línea entre dos naciones no necesariamente forma la frontera, tampoco la localiza. A través de la cartografía que realizo, he podido documentar los espacios vacíos en todo el territorio nacional donde ocasionalmente se activa una condición de excepción. La línea fronteriza se adelgaza mientras el control migratorio se robustece y reproduce por todos lados. Tal vez deberíamos de pensar la migración territorialmente como pensamos otras plataformas digitales más socorridas cómo Amazon, Uber o Tinder, donde los actores, dinámicos y flexibles, están por todos lados. Los migrantes están por todas partes también, mayoritariamente en espacios de invisibilidad, cruzan territorios entre descampados y ciudades sin presencia estatal. Los agentes del INM, policías y militares también están por todas partes así como la frontera, la cual se materializa en el cuerpo del migrante en cualquier parte en que este sea detenido.
Parece que hemos quedado atrapados en un gran mapa digital/territorio que todo lo que coloca a la vista, se vuelve invisible y todo lo cotidiano que determina, vela lo vulnerable del territorio.