La trama óptica
Urdimbre y celosía
Paul Muguet
Según la teórica del arte, Rosalind Krauss, la lógica visual de la llamada pintura modernista, derivó de los esquemas racionales de reducción máxima, tales como el monocromo, la cuadrícula, el all-over y las figuras concéntricas. De forma consecuente, la producción pictórica de Paul Muguet tiene como punto de partida la percepción óptico-retiniana sujeta al esquema racional de la trama. Los motivos que encontramos en su obra tales como la urdimbre, el petate, los sarapes y la celosía, guardan estrecha relación con los esquemas modernistas, al tiempo que proponen secuencias y combinaciones de colores que reverberan desde los límites físicos de la superficie del plano pictórico. En ese sentido, las referencias a la visualidad de la pintura moderna del siglo XX aparecen en la práctica de Muguet como una constante que indica el interés del artista por los modelos geométricos que, además de evocar la historia de la pintura, también presentan problemáticas relativas a la representación de la identidad popular, los procedimientos visuales de la artesanía, o bien, las representaciones posnacionales.
En la obra de Muguet la urdimbre no es sólo un recurso retiniano, sino también una reflexión que se repliega en el cruce entre la autonomía visual moderna y sus implicaciones culturales, sociales e históricas. Este hecho hace que sus pinturas abstractas aparenten desdoblarse hacia el realismo. Sin embargo, en este juego de opuestos entre esquemas geométricos que muestran referentes culturales tales como la urdimbre, la abstracción de Muguet presenta un dilema visual. En la medida en que su campo de autonomía se manifiesta desde afuera del plano, esto es, a partir de referentes culturales tales como los petates, su pintura muestra lo local desde su condición posnacionalista, o bien, una constatación de lo identitario desde el filtro de la pintura modernista y los límites del plano. A diferencia de las alegorías nacionalistas del siglo XX, el dilema visual que propone Muguet, no se redime al procedimiento de la representación, sino más bien presenta una reformulación del legado de la pintura plana desde los procedimientos de la trama tales como la urdimbre y la celosía.
Sin perder de vista el carácter plano del canon de la pintura modernista, Muguet nos remite a los procedimientos de la urdimbre o las composiciones coloristas y rítmicas de los sarapes, confluencia que coloca a dichas convenciones pictóricas, cuya máxima consistió en cuestionar críticamente los límites de su propio medio, -la superficie plana-, en una zona de ambigüedad entre el esquema abstracto-racional, la materialidad óptica, la obra autónoma y, el elemento denostado por el modernismo pictórico, la representación semántica. La resonancia entre historicidad de la pintura y la evocación a las artes populares que muestran sus series pictóricas, actualizan el legado modernista en la medida en que abren los límites de la obra autónoma hacia incursiones visuales que parecen empatar la abstracción con el realismo pictórico.
No obstante, muy lejos de pretender una representación ilusionista, su práctica pictórica reproduce los procedimientos visuales tradicionales que reconocemos en la urdimbre. Por lo mismo, su propuesta antes que representar por medio del trampantojo, nos pone ante un dilema óptico más complejo. En lugar de representación, encontramos la reproducción de los procedimientos de la trama, misma que puede remitir tanto a lo artesanal como al legado de las vertientes constructivistas y minimalistas. Por medio de esta estrategia, Paul Muguet abre el campo de la pintura autónoma pero sin romper los esquemas visuales de la planitud. El valor de esta apuesta pictórica contemporánea resulta en cómo desborda el plano y sus esquemas ópticos hacia el campo de color, y los procedimientos de articulación de superficies tanto populares como modernistas. Con la apuesta por traer a la vista las tramas de la urdimbre y la celosía, Paul Muguet articula una exposición que reflexiona sobre la historia de la pintura modernista y sus límites, pero sin salirse del plano.
Willy Kautz